Cuando viajamos y viajamos mucho, nos encanta pararnos en esos lugares en los que por norma general muchos, por no decir todos los viajeros suelen pasar de largo y hay veces que nos perdemos verdaderas maravillas. Esto nos pasó con Kuala Besut, embarcadero para ir o regresar de las islas Pulau Perhentian, en el año 2011 hicimos un viaje por Malasia y cuando fuimos a estas paradisiacas islas pasamos por esta pequeña localidad como si nos persiguieran los malos.
Justo pasados unos años durante el #Asiapara3, decidimos a última hora y por expreso deseo de nuestro hijo Álvaro hacer una parada de unos días en las Perhentian, más bien para reponer fuerzas y pasar unos días de tranquilidad en un lugar que conocemos muy bien y que sabemos que nos va ofrecer lo necesario para el descanso. En estas islas el no hacer nada en todo el día mas que estar tirado en la arena tomando el sol.
Justo cuando decidimos esto, nos miramos y dijimos, porque no parar una noche en la pequeña, coqueta y desconocida Kuala Besut? pues bien, lo hicimos, y nos alegramos mucho de eso, ya que descubrimos un maravilloso lugar.
Kuala Besut, un remanso de paz al paso del turista
Al caer la tarde y cuando las ordas de turistas se van o regresan de las Perhentian, el pueblo se transforma en una calma total, los habitantes se reúnen en los restaurantes, otros se centran en la parte de la mini playa y la plaza principal del pueblo para practicar deporte, juegan al Sepak Takraw, deporte nativo del sudeste asiático que se juega con una especie de pelota hecha de ratón (especie de caña) y solo permite utilizar los pies y cabeza, debiendo pasar la pelota sin que toque el suelo de un campo al otro por encima de una red de voleibol, así que podríamos decir que es una mezcla entre fútbol y voleibol. Cuando los lugareños se dan cuenta de que estás ahí, de que no te has ido, te invitan a que juegues con ellos y pases un buen rato, intentando que te unas a sus costumbres y los conozcas un poco más.
De las pequeñas aldeas cercanas vienen comerciantes y montan algunos puestitos, formando un diminuto mercado nocturno donde comprar comida y algún que otro souvenir. La gente te saluda, te da la buenas noches al cruzarse ante ti, parece que dejan de verte como un turista para verte como un viajero que ha decidido quedarse para conocerlos mejor y ha obviado el pasar a toda la carrera por el pueblo sin fijarse en los pequeños detalles.
A la mañana siguiente, parece que todos saben quienes somos, la “familia” foránea que se ha quedado un día entero y pasado una noche con ellos!!, ohh!! te dan los buenos días, te intentan invitar a tomar cafe y ya se preparan para recibir a todos los turistas que van a pasar a la carrera por allí, y que se perderán la gran hospitalidad de este pueblo, algo que os animamos a que no lo hagáis si pasáis por allí.
No esperéis encontrar en este pequeño pueblo ningún monumento Patrimonio de la Humanidad, tampoco encontraréis ningún hotel que merezca una mención, pero encontraréis hospitalidad, buen rollo y buena comida, ¿se puede pedir más?, nosotros nunca!.