La Villa, Villa Gesell o simplemente Gesell, distintas formas para designar este maravilloso lugar a lo largo de décadas, pero siempre el mismo y mágico rincón. Un lugar distinto a los demás, un lugar que tenía alma y algo más…

En este post y con la inestimable ayuda de una de las nietas del protagonista de esta historia y sobre todo gran amiga nuestra, Marta os acercaremos a la maravillosa azaña que su abuelo protagonizó en este inhóspito lugar. 1700 hectáreas de desierto repleto de espectaculares dunas que azotadas por el fuerte viento de la zona iban y venían, acompañadas por un mar que desembocaba en una bonita playa. Un lugar que además tenía un enamorado que soñaba en convertirlo en algo único.

Su historia comenzó en 1931, cuando un ciudadano argentino de padres alemanes llamado D. Carlos Gesell, decidió comprar estos terrenos. Este empresario era el propietario de un importante negocio dedicado a artículos para bebés, llamado Casa Gesell. El señor Gesell empezó a trabajar en su gran proyecto con el que llevaba soñando desde hacía mucho y lo que sin duda se convertiría después de invertir mucho esfuerzo, dinero y tiempo en la maravillosa Villa Gesell tal y como la conocemos hoy en día.

Para conseguir su objetivo tuvo que luchar muy duro pues tenía en contra numerosos aspectos. Dos eran sus principales enemigos, el fuerte viento que azotaba siempre la zona y la continuada sequedad del terreno. Un día después de construir un pozo cerca del mar, descubrió con gran alegría que el agua que el pozo contenía era dulce y potable en vez de salada, la alegría fue inmensa y eso le otorgó una gran dosis de esperanza para conseguir su sueño.

Empezó a pensar seriamente en forestar la zona y para ello empezó a traer plantines de diferentes especies, los plantó y esperó a que crecieran, pero poco le duraría la alegría al Sr. Gesell, esos frágiles arbolitos no soportaban los fuertes vientos que terminaban por romperlos o directamente los arrancaba del suelo. No desfalleció y plantó de nuevo, esta vez no fueron los vientos los que acabaron con ellos, sino un plaga de hambrientas hormigas que los devoraron. Por si esto no fuera poco, una inmensa sequía azotaba la zona constantemente y hacía que los débiles arbolitos sucumbieran de nuevo, pero el señor Gesell, seguía y seguía plantando una vez tras otra.

A todo esto, el pueblo más cercano se encontraba a unos cincuenta kilómetros y no existían carreteras, así que el valiente soñador debía de atravesar campos salpicados de lagunas y pastizales para llegar a él y conseguir provisiones que necesitaba para seguir con su sueño. Los lugareños no tardaron en apodarlo «el loco de los médanos».

Villa Gesell

Localización de Villa Gesell

Villa Gesell

Playa de Villa Gesell

Villa Gesell, un sueño hecho realidad

El señor Gesell lejos de pensar en abandonar y haciendo caso omiso a los comentarios de sus convecinos, construyó una casa para vivir con su familia, su esposa Marta y sus cinco hijos. En la casa abrió cuatro puertas, y muchos os preguntaréis ¿por qué tantas?, de esta manera conseguía que cuando los fuertes vientos taponaban una de ellas con arena, salían por la otra. Realmente fue toda una aventura instalarse allí.

Para seguir con su sueño, el Señor Gesell hizo venir de Alemania a un ingeniero que tenía experiencia en este tipo de terrenos pues había trabajado en algo parecido en el oeste de Bélgica.
El ingeniero pronto empezó a tachar de loco al señor Gesell y le abandonó, pasaron los días, meses e incluso años y nada mermaba su ilusión por seguir adelante.
Luchó con todas sus fuerzas hasta que un día ya desesperado comentó en voz alta que estaba a punto de abandonar su sueño. Entonces, no se sabe muy bien si por obra de un milagro, encontró una Adesmia Incana, se trata de una planta de bella flor amarilla y que es capaz de sobrevivir en los médanos. Por fin!! Nuestro incansable luchador había encontrado la solución, comenzó a trazar cuadrículas de pastos duros, en ellos sembró alfalfa, probó con otros árboles y pronto empezaron a dar buen resultado, eran los Tamariscos, más atrás la Acacia Trinervis hasta llegar a los pinos marítimos. Después de algunos años y demasiado esfuerzo, la villa empezó a forestarse y empezó a convertirse en en un lugar interesante que atrajo al primer turista alemán. Pronto corrió la voz por aquel país de que en Argentina existía lo más parecido a un paraíso, algo así como un verde oasis en medio de unas dunas bañadas por el mar. Empezaron a llegar más y más visitantes que empezaron a comprar terrenos y a urbanizarlos, la cadena iba creciendo y no paraba. El señor Gesell estaba feliz y seguía saliendo todos los días para asegurarse de que sus verdes hijitos seguían creciendo sanos y fuertes, los abrazaba y respiraba profundamente…su sueño se había hecho realidad.

Se construyó un Balneario, El Balneario que se recomienda de amigo a amigo, con muchos extranjeros, artistas, poetas, músicos, rockeros, la dolce vita había llegado a la villa, se tomaba el té de las cinco con repostería europea. En definitiva, en Villa Gesell se respiraba vida por todos los rincones, de día y de noche se montaban cabalgatas para ver la luna llena reflejada en los médanos, se encendían fogatas en la arena, tomaban desayunos después del baile y se celebraban conciertos en el bosque de Ballet.

Villa Gesell

Rincones en Villa Gesell

Villa Gesell

Villa Gesell desde el aire

De aquel paraíso Hippie de los 60 y 70 situado a escasos 300 Kilómetros de Buenos Aires, solo queda el recuerdo de los que allí vivieron y que hoy les cuentan a sus hijos y nietos con gran nostalgia. Hoy Villa Gesell, es considerada uno de los balnearios y centros de atracción turística más importantes de Argentina y ofrece al visitante una excelente infraestructura para el descanso, el esparcimiento y la diversión. Su principal atractivo siguen siendo sus playas abarrotadas durante la época de veraneo y elegidas por un gran número de jóvenes y familias.

Queremos hacer unas menciones especiales a nuestros héroes de la historia.

La primera de ellas y como no podía ser de otra manera va dirigida al protagonista principal. ¡Gracias abuelo Carlos por tu empeño y esfuerzo porque gracias a personas como tu sabemos que los sueños también se pueden cumplir!.

La segunda mención, sin duda es para nuestras queridas amigas Marta y Paula, nieta y biznieta del Sr. Carlos. Grandes mujeres, madres y muy amigas nuestras desde hace más de una década y que hoy nos han acercado a su bello rincón y nos han abierto las puertas de su hogar y de su corazón para contarnos la bonita historia que rodea a su familia.

¡Mil gracias amigas, sin vosotras este relato no existiría!