Durante la planificación de las vacaciones de 2015, Álvaro gran amante de los animales, como casi todos los críos, decidió que quería visitar Borneo por dos razones de peso, quería contemplar de cerca a dos especies de primates que había visto en un documental de la tele y que se encontraban en esta zona del mundo casi exclusivamente, los orangutanes y los monos narigudos.
Ya os podéis imaginar, a nosotros nos encantó la idea, ya teníamos dos buenas excusas para volver a Malasia y en concreto viajar a una zona del país a la que llevamos tiempo queriendo ir y que no conocíamos, Borneo. A quien no le gusta ver a los animales de cerca, en libertad, disfrutando de su hábitat, sin ser perseguidos por la ambición del ser humano.

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El Centro de Rehabilitación de Orangutanes de Sepilok, no es un zoo y en ningún momento te aseguran al 100% que vayas a poder ver a los orangutanes en las horas estipuladas de las comidas, ellos viven en semilibertad y es por ello que si consiguen comida por sus propios medios, no se acercan a la que los cuidadores les ofrecen. El importe que pagas por entrar es empleado en mantener el centro.

Nos vamos a Sepilok a ver de cerca a los orangutanes, monos narigudos y sun bears

Visto lo anterior, para poder visitar con tranquilidad a los orangutanes, optamos por acercarnos al Sepilok Orangutan Rehabilitation Centre, en el Borneo Malayo y que es uno de los centros más conocidos aquí en Malasia, ya que lleva abierto más de cincuenta años, ocupándose del cuidado y la recuperación de orangutanes que son rescatados de las terribles garras del hombre que tala indiscriminadamente la selva para obtener el preciado aceite de palma y se divierte con la caza furtiva hacia estos indefensos animales. Una vez curados de sus heridas, son devueltos a la libertad para que prosigan con sus vidas.

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Como llegar al Centro de Rehabilitación de Orangutanes de Sepilok

Desde Sandakan parten pequeños buses que te dejan en la puerta del centro, pero nosotros, hambrientos de aventura, decidimos que íbamos a llegar a Sepilok haciendo auto stop y lo conseguimos! con un cartelito “hand made” y colocados estratégicamente a pie de carretera, nos subió un coche gubernamental, si amigos, se trataba de dos chicos que trabajan para medio ambiente en un edificio contiguo al centro de orangutanes y estuvieron encantados de llevarnos hasta allí. ¡¡lo que no nos pase a nosotros!!

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Que ver y hacer en Centro de Rehabilitación de Orangutanes de Sepilok

La experiencia no puede ser de lo más gratificante. Lo mejor es llegar temprano por la mañana, antes de adentrarte con el grupo por la jungla, te muestran una documental donde te explican el funcionamiento del centro y te hacen una reflexión sobre el peligro que acecha a estos animales, luego te desinfectas las manos y ya estás listo para la aventura.

Hay dos momentos del día especificados para ver de cerca a los orangutanes y es a la hora de las comidas. El primer turno entra a las 10 de la mañana y aunque quizás sea en el que mayor afluencia de gente hay, también es en el que más posibilidades de ver a los orangutanes tienes ya que estos chicos se levantan con un apetito voraz. El otro turno, empieza a las 15h.

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A medida que la hora se acercaba, un montón de mariposillas empezaron a revolotear en nuestros estómagos, estábamos a punto de cumplir uno de los sueños viajeros de nuestro hijo y él no podía estar más nervioso. Sin parar de hablar ni un segundo, ni de mover sus ojos de un lado a otro en busca de los primeros orangutanes, Álvaro iba de aquí para allá junto con otros niños ansiosos por ser los primeros en visualizar a los simpáticos orangutanes de pelo anaranjado y algo desmelenados.

La emoción se apoderó de nosotros cuando el guía nos hizo una señal, ¡aquí estaban por fin los simpáticos orangutanes! venían hacia nosotros dando brincos y revoloteando por entre nuestras piernas, saltaban de aquí para allá y posaban para las fotos, está claro que son listos y se saben el centro de atención, están felices porque aquí les tratan bien y se sienten queridos. Una vez finalizado nuestro primer contacto con los orangutanes adultos, nos dirigimos a un pabellón donde cuidan de los más pequeños y a través de una enorme cristalera pudimos disfrutar, nunca mejor dicho, de sus monerías.

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En el mismo recinto, se encuentra el espacio reservado para el mismo fin, cuidar y proteger a otra especie en peligro, pero esta vez se trata de osos, concretamente los Sun Bear. Dispersos en su hábitat natural, tranquilos y acostumbrados al contacto con los visitantes del centro, se acercan para que les veas y les saques fotos.

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Este destino concluyó con la visita a una plantación de aceite de palma totalmente controlado y protegido donde habita una gran colonia de monos narigudos, que era la otra especie de primates que Álvaro no quería dejar escapar la ocasión de ver y disfrutar.

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Asomando sus pequeños ojitos detrás de sus imponentes narices, estos atípicos monos hicieron las delicias de los que allí estábamos, simpáticos, revoltosos y tremendamente acostumbrados a la presencia humana, les vimos disfrutar de la comida, posar para nosotros y hasta nos hicieron alguna que otra “gamberradilla” saltando casi por encima de nuestras cabezas.

Donde alojarse

Nosotros decidimos alojarnos a unos 30 kilómetros del Centro de Rehabilitación, concretamente en la ciudad de Sandakan. Puedes quedarte más cerca ya que por fuera del centro disponen de alojamientos, pero nosotros preferimos quedarnos en la ciudad para después de las jornadas de visita, poder disfrutar de las costumbres de las gentes que habitan esta parte de Malasia, visitar y comer en sus mercados y compartir entretenidas charlas con los lugareños. Hay alojamientos para todos los gustos y bolsillos y nosotros nos decidimos por un hotelito llamado May Fair, nos costaba 60RM en habitación triple y noche, estaba regentado por un abuelito chino y que a pesar de lo modesto del alojamiento, relucía como una patena.

Hay otra opción para ver de cerca a los orangutanes y aquí si, en total libertad, se encuentra en el Borneo indonesio, pero salía bastante más costoso, tanto en tiempo como en dinero ya que había que desplazarse hasta el Parque Nacional de Tanjung Puting en Indonesia y la broma salía por un pastizal.

 

Otra inmejorable experiencia en familia. Una vez más escuchamos la opinión de nuestro hijo a la hora de decidir un destino y una vez más, tenemos que darle la razón.

¡Álvaro tienes madera de viajero!