Si había una ciudad que no podíamos dejar de visitar en nuestro primer viaje en furgoneta por Francia, esa era París. Cuando a uno le preguntan sobre ciudades de importancia del país Galo, la primera que se te viene a la mente es ella, como no, su capital.

Llevábamos unos cuántos kilómetros recorridos, veníamos de conocer Bretaña y Normandía y nos apetecía parar unos días en esta emblemática ciudad para conocerla.
Guía en mano empezamos a seleccionar los rincones parisinos que más se nos antojaban. Como no podía ser de otra manera al viajar con un niño, debíamos incluir en nuestra elección la visita al parque de atracciones más importante que se encuentra cerca era una visita obligada.

Paris

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Al viajar con «La Cali», todo resulta mucho más cómodo. Al llegar a Paris, nos instalamos en el Camping Du Bois de Boulogne, en el extremo oeste del Bois de Boulogne, un gran bosque que se encuentra casi en el centro de la ciudad.
De la entrada del camping parten unos buses, creemos que pertenecen a este, que en diez minutos te dejan en la Plaza de la Porte Mallot, aquí tenéis metro y también a escasos cinco minutos andando está el Arco del Triunfo.

Moverse por la ciudad no resulta difícil, (o eso nos parece después de haber recorrido infinidad de ciudades por todo el mundo), París no debe de suponer ningún problema para nadie. La idea era no emplear en ella más de tres días y para ello teníamos que trazar la ruta optimizando al máximo el tiempo y detallando lo que más nos interesaba visitar.

Commence la tournée…

Lo primero que se nos antoja es subir a lo más alto de la niña mimada de la ciudad, La Torre Eiffel. Después de observar lo descuidado que está el césped que la rodea, soportar una cola no muy larga y de ver como el cielo se iba tornando cada vez más oscuro por la tormenta, nos llega el turno, cogemos el ascensor y wala!!, piso tras piso por entre las tripas de la señora Eiffel, por fin llegamos a lo más alto. Sin duda las vistas son fantásticas, no muy recomendable para los que como Montse tienen vértigo, pero no podíamos venir a París y perdernos este espectáculo, sin duda mereció la pena!!.

Paris

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El tour con el barco nos parece la mejor opción para ver el resto de monumentos significativos. Cuando visitas una ciudad grande con tu hijo pequeño y tienes la opción de recorrerla montado en un barquito que va haciendo paradas para estirar las piernas, es la mejor opción!…Por poneos un ejemplo, en el Louvre, solo hicimos una breve paradita, si si paradita, fotos en el patio exterior junto a la pirámide y poco más, con un niño tan pequeño como era Álvaro en aquel entonces ni se nos ocurrió entrar al museo, ya habrá otras ocasiones. Ya que estábamos cerca, visitamos Les Halles, es la zona que hay entre el Centre Pompidu y el Forum des Halles, centro comercial subterráneo construido a principio de la década de los 70, al entrar en él da la sensación de estar dentro de un destructor imperial de las pelis de Star Wars, y en el que Alvaro y Octavio disfrutaron como enanos (frikis los dos). En la parte superior tienen unas simpáticas terrazas donde montarte un picnic y descansar un buen rato del agotador día, es la mejor opción.

Paris

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Entre medio y en una calle cercana, Alvaro no se le ocurre otra cosa que subirse como a una especie de caja, cerca de una terraza bar abarrotada y  con una boina parisina posa haciendo de modelo, Octavio ni corto ni perezoso se pone a sacarle fotos, la gente mira, cuando de repente Álvaro se quita la boina, la gente se levanta y empiezan a dejarle monedas, a lo que los papis nos negamos, jejeje por favor entre vergüenzas y entre risas nos fuimos. Una simpática anécdota que no dejamos de recordar.

Paris

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En el último día en la ciudad, aprovechamos para callejear y visitar cosillas que se nos habían quedado en el tintero y aunque Alvaro tenia 8 años organizamos una buena excursión a pie por la ciudad. La iniciamos en la Bibliotheque Nationale, curioso edificio, la encontramos cerrada, era domingo. Paseando junto al Sena nos trasladamos hasta Les Jardins des Plantes, una especie de jardín botánico que también estaba cerrado. Sin duda, parece que habíamos elegido el peor día, pero bueno no importaba, nosotros a seguir conociendo la ciudad, no decaímos y el paseo junto al Sena era tan agradable que sin darnos cuenta llegamos a la parte que une el barrio Latino con la Ile St-Luis. Recorrimos y paseamos por su animada calle principal. Pasamos a la Ile de la Cité donde justo está la famosa catedral de Notre Dame, hicimos el amago de entrar (nos hacía ilusión subir hasta lo alto de su torre), pero cuando vimos la súper cola que había que hacer y después de dudar unos minutos entre seguir o marcharnos, al final nos decidimos por la segunda opción, había muchísima gente y quedarnos nos hubiera llevado varias horas hasta poder entrar.

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Aprovechando que llevábamos la comida de Alvaro en la mochila, (que previamente le habíamos cocinado en la furgo), decidimos sentarnos a los pies la la imponente Catedral y hacer un merecido descanso para reponer energía. Debido a la celiaquía de Álvaro, el llevar su comida a cuestas es una de las cosas normales que hacemos en el día a día de nuestros viajes. No podemos parar en cualquier restaurante y que no nos dén las garantías optimas de que hacen comida expresa para celiacos.

Paris

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Una vez que Álvaro comió y que mami y papi repusieron energías con un gyros pita en un restaurante griego del barrio latino proseguimos la marcha. Siguiendo siempre la orilla del Sena llegamos al Museo de Orsay, dirección a la Esplanade des Invalides donde pasamos un buen rato. Había gente de todas las edades que teñían el cielo de multitud de colores haciendo volar sus cometas, El espectáculo sin duda merecía el quedarse a contemplarlo y decidimos que era hora de disfrutar de lo que estábamos viendo.

Muy cerquita de ahí esta la Escuela Militar francesa y el Museo de la Armada. Atravesamos por el Puente de Alexandre III, hicimos unas paradas en él para admirar las vistas del Sena y nos dirigimos a les Jardins des Tuileries, el preludio a la famosa Avenida de Los Campos Elíseos, por cierto, en estos días toda la avenida estaba engalanada con las banderas francesas, ya que hacía poquitos días habían celebrado día de Francia. Subimos por ella hasta llegar al Arco del Triunfo.

Por el camino vas dejando atrás las famosas arboledas de los Elíseos a adentrarte en una avenida llena de tiendas propiedad de las más prestigiosas firmas nacionales e internacionales, mega glamurosas y por supuesto carísimas, abarrotadas de gente haciendo cola para entrar, no sabemos si para comprar, o solo para cotillear, pero una cosa si nos quedó clara, París es la meca del glamour y el pijerío. La gente más cool llenaba las terrazas de cafeterías y restaurantes donde seguramente te cobren hasta por respirar. En fin, aterrizamos en el mundo real y proseguimos nuestro camino sin tanto glamour, pero al fin y al cabo también estamos en París.

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El Arco del Triunfo es una autentica preciosidad, con esa gigantesca bandera francesa ondeando en él y esa caótica glorieta en la que los vehículos no dejan de dar vueltas y vueltas como si de un «tiovivo» se tratara, sin saber quien tiene la preferencia de paso y en la que seguramente, y si no eres de allí, tengas un auténtico problema para salir se ella.

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Después de esta observación vial, proseguimos la marcha, ya queda poquito para llegar a La Place de la Porte Maillote donde se encuentra el famoso Palacio de Congresos de París, un bonito edificio de arquitectura modernista y donde cogemos el bus que nos lleva de vuelta al camping.

La jornada tocaba a su fin, sin duda había sido un día muy intenso, un largo recorrido a pie saboreando el París mas clásico. El pequeño Álvaro, nos volvió a demostrar lo viajero que es, soportó la larga caminata y además lo hizo sin rechistar.

París es la ciudad de los enamorados, del amor por excelencia y como decía el Sr. Bogart en el cine, ...siempre nos quedará París.