Durante mi segunda visita a la comarca aragonesa de Sobrarbe, he tenido el placer de descubrir las maravillas que rodean al pueblito de Tella. Situado a mitad de camino entre las bellas poblaciones de Aínsa y Bielsa, nos deslumbra con la ruta de las ermitas de Tella , no sin antes detenernos en otra de sus joyas, el dolmen de Tella.

Ermitas de Tella

Dolmen de Tella

De parada obligada antes de llegar a Tella y sus ermitas. Se trata de una construcción del Neo-Neolítico, emplazado cerca de la Peña Basar.  Se le conoce como “Losa Campa” y también como “Piedra Vasar”. 

Esta situado en medio de unos hermosos campos de cultivo y con unas vistas que quitan el hipo. A ciencia cierta, no se sabe cual era su principal función, pero todo indica a que se trata de un símbolo funerario. Pero además, se le atribuyen funciones como un importante punto de reunión, lugar para la observación de los astros e incluso un hito para marcar un camino o territorio. 

Ermitas de Tella

Senderismo por la ruta de las ermitas de Tella 

Dejamos atrás el enigmático Dolmen para emprender nuestra ruta por las ermitas de Tella. Se trata de un recorrido de fácil ejecución, apto para realizarlo con niños.  Sendero circular de escaso desnivel que se puede realizar en poco más de una hora. 

Ermitas de Tella

Después de echar un vistazo al pequeño pueblo de Tella iniciamos el sendero a los pies de su iglesia parroquial que data del siglo XVl. No tenemos la suerte de poder verla por dentro, pues cuando nosotros llegamos ya estaba cerrada, ya tenemos otra “excusa” para volver.

Nos echamos a andar por un estrecho caminito que rodea el tozal de las Cazcarras y al poquito ya divisamos la primera ermita…

– Ermita de San Juan y San Pablo 

Esta ermita data del siglo Xl, es de estilo prerrománico y la más antigua de las ermitas documentales de la comarca de Sobrarbe. Se encuentra a cobijo del Puntón de las brujas, nombre que recibe la roca que aparece detrás de ella. La ermita alberga en su interior una réplica de la lipsanoteca.

No es otra cosa que una cajita de madera rectangular, y que contiene en su interior un pergamino, testigo fehaciente de la consagración que se llevo a cabo en el año 1019. La original se conserva a buen recaudo en el Museo Diocesano de Barbastro. Desde su exterior unas impresionantes vistas del macizo de Monte Perdido y el cañón de Añisclo.

Ermitas de Tella

– Ermita de Faixaniellas o ermita de la Virgen de Fajanillas

A escasos metros de distancia y después de caminar por un precioso sendero, llegamos a esta bonita ermita de estilo románico y construida en el siglo Xll. Esta ermita sufrió muchos desperfectos durante la Guerra Civil, quedando fechada si ultima restauración en el año 1995. La ermita fue consagrada en 1509 y albergó la sede parroquial del pueblo hasta 1597. Todos los años se acercan hasta aquí cientos de peregrinos durante la festividad de San Gil. 

Ermitas de Tella

– Ermita de la Virgen de la Peña

La ultima ermita del recorrido es del siglo XVl. Esta también sufrió numerosos desperfectos durante la guerra civil. Después de varias reformas iniciadas allá por el 1983, la ultima culminó en 1995. 

Anterior a la guerra civil aquí se celebraba todos los años, concretamente el Domingo del Rosario, una curiosa celebración que iba acompañada del sacrificio de diez ovejas. A raíz de ello en 1715, se fundó la cofradía de la Virgen de La Peña. La cuota que debían de abonar cada cofrade era la de una oveja. La cofradía desapareció poco antes de que estallara la guerra civil. Hoy en día si queréis disfrutar de su festividad, debéis acercaros hasta aquí el sábado siguiente a la festividad de la Virgen del Pilar en octubre. 

Ermitas de Tella

Solo una cosa más… 

Si os apasionan las leyendas de brujas y aquelarres, aquí os hinchareis a escuchar sobre ellas. La brujería siempre estuvo muy presente en los valles y montañas del pirineo aragonés. Durante los siglos XVl y XVll el Obispo Oliva lo dejaba bien escrito en una carta allá por el año 1023.

En el año 1499, según cuentan, se produjo una epidemia que atacaba solo a las mujeres haciéndolas ladrar como si de perros se trataran. Por ello fueron denominadas “latrantes” No os extrañe entonces ver en algunas de las puertas de sus casas, carlinas o cardos mágicos a modo de protección. 

Sea verdad o no, lo cierto es que, pasear por estos parajes cubiertos por la niebla o una débil llovizna como fue en mi caso, hace que tu imaginación traspase la realidad. Ven y descubre por ti mismo estos bucólicos y maravillosos paisajes pirenaicos.