Mucho o poco, según se mire, es lo que sabíamos de los lugares interesantes que poder visitar durante nuestro #Asiapara3 por ese gigante asiático llamado China. Disponíamos del visado por 30 días, un mes entro para disfrutarla ¡que gozada!, había tantas cosas que queríamos ver, osos panda, la Gran Muralla, los Guerreros de Xia’n, Budas gigantes, Beijing y sus maravillosos palacios etc,etc.
Pero sin duda, no queríamos abandonar China sin ver una de sus maravillas naturales, las terrazas de arroz de Longsheng. Situadas a poco más de 100 kilómetros de Guilin, interesante pueblo con mucho ambiente viajero y punto de partida de casi todos los que queremos llegar a las preciosas terrazas.

Terrazas de arroz

Panorámica de las terrazas de arroz desde nuestra habitación

Iniciamos nuestra andadura contratando un furgoncillo junto a dos viajeros franceses por fuera de la estación de buses de Guilin, así nos salía más económico e íbamos mas directos. Por poco más de cuatro €uros por persona y unas dos horas de camino por carreteras, por llamarlas de alguna manera, llegamos a la primera parada de rigor, Huang Luo, conocida principalmente porque en ella habita la etnia Yao, famosa por las negras y largas cabelleras de sus mujeres, solo se cortan el pelo una vez en su vida coincidiendo con su adolescencia, llegada a la edad adulta el pelo les puede llegar a medir hasta algo más de dos metros.
Allí no pasamos demasiado tiempo, la atracción para los turistas es contemplar como se lavan el pelo, nosotros no estábamos muy por la labor de pagar para ver esa escena, así que decidimos darnos una vuelta por la pequeña aldea y sin duda creo que mereció la pena.

terrazas de arroz

Curiosidades en la aldea de la etnia Yao

Las terrazas de arroz de Longsheng, una maravilla natural.

Después proseguimos nuestra ruta hacia el pueblo de Ping An. A nuestra llegada un gran terraplén donde se detienen los buses y desde donde parte el sendero que te llevará a la zona más elevada de la montaña. A pesar de que puedes contratar ida y vuelta el mismo día, nosotros decidimos que queríamos pasar una noche en las terrazas de arroz, así que alquilamos una habitación en uno de los albergues situados en la parte más alta de la ladera.

terrazas de arroz

Las mujeres aquí se ganan la vida como porteadoras

Nada más bajarnos del bus, se acercaron hasta nosotros varias mujeres ataviadas todas con unas faldas negras simulando un uniforme  y con el pelo recogido a modo de gran ensaimada, estaba claro, pertenecían a la etnia Yao que habíamos visitado con antelación. El motivo no era otro que ofrecerse para llevarte la mochila hasta el lugar donde te alojabas. A pesar del ridículo precio que te exigían para tal azaña, creo recordar que eran unos cinco €uros por mochila, nosotros fuimos reacios en un primer momento, no nos parecía ético ni moral, permitir tal abuso, nos daba mucha pena, aún sabiendo que con eso estas señoras se ganan la vida. Sin más vacilaciones empezamos a enfilar montaña arriba por entre medio de casas de madera encaramadas por toda la ladera y atravesadas por estrechos senderos empedrados que a causa de la lluvia estaban de lo más resbaladizos.

No habían transcurrido más de unos metros cuando nos dimos cuenta que aquello iba a ser misión imposible para nosotros debido al desnivel del terreno y más teniendo en cuenta que viajábamos con nuestro hijo de apenas 11 años.

terrazas de arroz

Senderos entre arrozales y nuestro albergue en lo alto de la montaña

Con más pena que otra cosa y con un alto sentimiento de culpabilidad, decidimos aceptar la propuesta de aquellas mujeres que en ningún momento dejaron de seguir nuestros pasos, estaba claro que sabían de sobra que sucumbiríamos nada más empezar la ascensión. Una vez cargadas las mochilas, excepto la de Octavio, en los cestos de mimbre y colocadas en sus pequeñas y ancianas espaldas seguimos nuestra larga y costosa ascensión. Por desconocimiento de la zona, todo hay que decirlo, escogimos el último albergue de todos, el que estaba más arriba de todo, su nombre Dazhai Dragon`s Den Hostel, al principio y cansados como estábamos pensamos que nos habíamos equivocado en nuestra decisión, al final salimos recompensados por las maravillosas vistas a las terrazas de arroz que desde arriba nos esperaban. No os engañamos si os decimos que estuvimos casi dos hora subiendo sin parar solo para tomar un poco de agua.

Una vez arriba invitamos a aquellas dos valientes señoras a tomar algo, les pagamos incluso más de lo exigido y las emplazamos para el día siguiente para nuestro descenso.

 

terrazas de arroz

Álvaro llegando exausto a nuestro albergue

El albergue estaba muy chulo, disponía de una amplia zona con mesas y sillas para comer, una cocina que servía un menú no muy extenso pero rico, una agradable zona de juegos con billares y una habitación para los más pequeños de la casa donde podían sentarse a pintar y luego decorar las paredes del albergue con sus dibujos. Todo recubierto de madera y rodeado de amplios ventanales para disfrutar de las espectaculares vistas a las terrazas de arroz.

terrazas de arroz

Los dos campeones a la llegada al albergue

terrazas de arroz

Vistas desde la terraza del albergue

Una vez hecho el chek in nos dispusimos a subir a la habitación, era modesta, muy modesta, pero estaba claro que no nos importaba, estaba limpia, era económica, con baño privado y lo más importante, tenía unas vistas que te quitaban el hipo y es lo que nosotros habíamos venido a buscar. Durante las escasas 24 horas en las que permanecimos en las terrazas de arroz de Longsheng, recorrimos varios kilómetros a pie, ya que caminamos por alguno de los senderos que te llevan por entre las plantaciones de arroz.

terrazas de arroz

Vistas del albergue desde uno de los senderos

Ni que decir tiene que a día de hoy seguimos reconociendo que fue una de las mejores experiencias vividas en China y no solo por el maravilloso entorno, sino porque las gentes que habitan este lugar. Las ancianas y valientes señoras Yao, nos dieron una vez más una lección de fuerza y de superación que nos hizo sentir pequeños, muy pequeños.

terrazas de arroz

Descasando con nuestra porteadora

terrazas de arroz

Compartiendo un día en lo cotidiano del lugar

Si vas a viajar hasta aquí en familia encontrarás otros alojamientos al comienzo de la ladera que te serán más cómodos ya que se encuentran a pie de carretera, sobre todo si tu hijo es pequeño. Álvaro subió como un jabato pero ya tenía 11 años y está muy acostumbrado a caminar durante largos espacios de tiempo.

Precaución si sois de marear, el trayecto hasta aquí, por lo menos cuando nosotros estuvimos era por carreteras llenas de barro y curvas por lo que es fácil marearse, sino que se lo pregunten a Álvaro.

Las terrazas de arroz de Longsheng, son una experiencia 100% recomendable si decides visitar este maravilloso país llamado China.