Viajar nos apasiona en todas sus modalidades, no importa el destino, no importa donde tengamos que pasar la noche, ni en que restaurante saciar nuestro apetito, ni tampoco que medio de transporte utilizar para desplazarnos, la cuestión es viajar.

Por ello después de darle varias vueltas, sobre todo al aspecto económico, un buen día de hace ya siete años decidimos que una buena forma de unificar todos estos conceptos era comprándonos una furgoneta y recorrer mundo montados en ella y sabéis que?, así lo hicimos!!.

Corría un caluroso mes de agosto de 2006 cuando una tarde, el sueño de muchos años se había hecho realidad, por fin había llegado el día de ir a recogerla, como tres chiquillos y casi con lágrimas en los ojos, recogíamos la furgoneta más bonita que jamás habíamos visto, era nuestra furgoneta, la deseábamos con todas nuestras fuerzas, después de mucho esfuerzo y sacrifico por fin había llegado a nuestras vidas para quedarse y acompañarnos en nuestros viajes, había llegado «La Cali».

La Cali

Sus cojines hechos a mano, ¡porque ella lo vale!

La Cali

En las playas de Fuerteventura

La Cali

Debajo del Mont Blanc – Chamonix

La Cali

En la carretera de Burgos, dirección Tolosa

Por fin llegó el gran día, La Cali era una realidad

Esperábamos con nuestras caras pegadas detrás de una inmensa cristalera, cuando la vimos aparecer, Dios!! no lo podíamos creer, allí estaba… blanca como la nieve, brillante como una estrella, con elegantes andares, pareciera que nos miraba haciéndonos un guiño, nos miramos los tres y corrimos hacia ella para darle la bienvenida.

Con una tremenda emoción nos montamos, el motor empezó a rugir y los cuatro pusimos rumbo a casa.

Era un día demasiado especial como para que terminara tan pronto, así que, sin pensarlo dos veces y sin tener nada preparado, cosa normal en esta familia, decidimos que había que estrenarla.

Todo estaba perfectamente conjugado para que resultara todo un éxito, ilusión, verano, calor, viernes, luna llena, ¿que más podíamos pedir?. Cogimos algo tan sutil como el pijama, algo de comida y pusimos rumbo al sur de la isla.

La Cali

La Cali, más que un 5*

Eramos unos auténticos novatos en la materia, ni siquiera sabíamos donde podíamos pasar la noche sin que la autoridad nos llamara la atención, pero no nos importaba porque sabíamos que iba a ser una velada inolvidable, como así fue.

Recorriendo la estrecha carretera que bordea el pueblito costero de El Médano y ya de noche cerrada vimos que cerca de una de sus playas, había otra furgoneta estacionada, así que no había nada más que pensar, había llegado el momento de la verdad, el momento que tantas veces habíamos imaginado y teníamos la noche perfecta para que no se nos olvidara jamás.

La Cali

Dos bellezas, El Teide y La Cali

La cali

Preparando la cama

La Cali

Atardecer en el Delta del Ebro

La Cali

En la nieve de subida al Teide, Tenerife

Bajo una enorme luna llena levantamos el techo, colocamos la mesita y sacamos la cena que nos habíamos traído, tanta era la prisa por salir con nuestra furgo que ni siquiera teníamos una bombona de gas para poder encender la cocina y calentar la comida, pero nada de eso importaba en ese momento, era nuestro momento y no nos hacía ninguna falta una cena especial, el momento lo era y nada lo podía empañar.

Hoy después de siete años, sigue siendo blanca como la nieve y brillante como una estrella que ilumina nuestras vidas cada vez que viajamos juntos, los cuatro formamos un equipo inmejorable, porque es nuestro capricho, nuestra furgoneta, es nuestra «Cali».

La Cali

En Huengoalt, Bretaña francesa

La Cali

Atardecer en los altos de Ifonche, Tenerife

La Cali

La Cali nos regala momentos inolvidables